El cuadro, La Soledad. Recuerdo de Vigen, Lemosín, corresponde a un óleo sobre tela pintado en 1866 por el artista francés Camille Corot.
Fue adquirido por la Baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza en 1999, es conocido por haber figurado en el Salon parisiense de 1866 y, sobre todo, porque Napoleón III lo adquirió para la colección de la emperatriz Eugenia de Montijo por la cuantiosa suma de 18.000 francos. No es mucho más lo que se sabe de él. Su simbología velada y el hecho de que hasta 1999 permaneciese oculto en diversas colecciones privadas, han contribuido a su carácter enigmático.
Varios acontecimientos en la vida de Corot podrían explicar el tema representado en La Soledad: en concreto, la muerte repentina de Constant Dutilleux el 15 de octubre de 1865. Corot mantuvo una relación casi fraternal con Dutilleux entre los años 1847 y 1865, y el duelo por su muerte bien podría haber estado en el origen del cuadro de La Soledad, pintado tan sólo unos meses después. Así parece desprenderse del testimonio del biógrafo de Corot, Moreau-Nélaton, para quien la ejecución de La Soledad vino a sacar a Corot de la tristeza causada por la pérdida de su mejor amigo, como si de un proceso catártico se tratara. Asimismo, Germain Bazin, en su ya clásica monografía sobre el artista francés, reincidió en que la presentación de La Soledad en el Salon de 1866 escondía una alusión velada a la muerte de Dutilleux.
A dicha obra se refirió expresamente el marqués de Villemer en su crónica del Salon de 1866 publicada en Le Figaro. Asimismo, Marc de Montifaud escribió en LArtiste: Todo es grave, todo es naciente; todo grita: comienzo. / Este paisaje, que nos trae a la memoria involuntariamente, sin duda el Recuerdo del lago de Nemi, nos invade con sus resplandores. Su soledad nos invade; el espíritu apacigua sus turbaciones y se dispone a sentir los efectos de ese fervor primigenio de los parajes ocultos en los bosques; su color permanece en nuestra mirada y su deliciosa somnolencia nos sumerge amorosamente en una misma influencia vaga y nebulosa.
La figura femenina que protagoniza la composición y que mira hacia un más allá en el fondo del cuadro, es la que más claramente parece reincidir en este aspecto. A lo largo de su carrera, Corot pintó en innumerables ocasiones composiciones con una única figura meditativa en un paisaje virgen (baste recordar a Agar, San Jerónimo, Demócrito o San Sebastián). Ello ha sido interpretado en términos de admiración hacia su fuerza interior, más que como una identificación explícita. En el caso de La Soledad, Corot escogió un tema poco frecuente, pero que ya habían abordado antes que él su amigo y compañero Théodore Cauelle dAligny, y Jean-Paul Flandrin. En ambos casos, el título de la soledad hace referencia al estado físico y mental de monjes o eremitas, recluidos en plena naturaleza. El enfoque de Corot comparte con ambos la contraposición de un único personaje sedente frente al paisaje virgen pero, en vez de una figura masculina, es una muchacha la protagonista. Corot se aproxima así a representaciones neoclásicas de la melancolía, alcanzando una integración de la psicología del personaje con el paisaje umbrío y taciturno.
Fuente: Museo Thyssen - Bornemisza
Jean-Baptiste-Camille Corot nació nació el 16 de Julio de 1796 en París en el seno de una familia de comerciantes y en su juventud se inició en el oficio de pañero. Sólo a partir de 1822 recibió el permiso paterno y el apoyo financiero familiar para comenzar su carrera de pintor. Ingresó en el taller de Achille-Etna Michallon, que le instruyó en la doctrina neoclásica y le aconsejó que comenzase a pintar al aire libre. Pocos meses después, tras la muerte de su primer maestro, continuó su formación junto a Jean-Victor Bertin
En 1825 Corot viajó a Roma, donde pasó los tres años siguientes. Entró en contacto con el círculo de Théodore Carnelle dAligny y, junto a sus integrantes, visitó la ciudad y sus alrededores pintando al aire libre. Corot volvería a viajar a Italia en dos ocasiones (en 1834 y en 1843), y una vez en Francia realizó numerosas excursiones durante los veranos para pintar del natural. Los inviernos se dedicaría a trabajar en su taller y realizar obras de mayor tamaño, destinadas a ser expuestas en el Salon. Además de su dedicación al género del paisaje, Corot también se interesó por la figura humana, por lo que parte de su obra privada se centró en realizar retratos de amigos y familiares.
A. partir de la década de 1830 su obra alcanzó un mayor reconocimiento y recibió un impulso definitivo en 1840 cuando Le Petit Berger (La Cour dOr, Musées de Metz) fue adquirida por el Estado.
En 1846 Baudelaire y Champfleury hicieron alabanzas de su arte y muchos coleccionistas y galeristas, entre ellos Paul Durand-Ruel, comenzaron a interesarse por su obra.
En torno a 1850, su pintura comenzó a centrarse en sus propias impresiones de la naturaleza y sus paisajes poéticos, a medio camino entre lo real y lo ideal, despertaron un gran interés.
Tras unos años, entre 1866-1870, en los que el pintor se vio obligado a permanecer en su estudio por motivos de salud, su ímpetu creador volvió a surgir con fuerza y realizó gran número de viajes para pintar al aire libre. Murió en 1875.
Fuente: Museo Thyssen - Bornemisza